Chilangos viven en desigualdad: 80% carecen de condiciones de bienestar
La desigualdad social en la Ciudad de México prevalece porque 80 por ciento de su población no tiene condiciones de bienestar y solo un millón 900 mil personas cuentan con un ingreso digno y sin carencias sociales, informó Paulina Gutiérrez Jiménez, responsable de Articulación e Innovación de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.
El Sol de México entrevistó a la integrante de esa organización, la cual elaboró una Escala Social, con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que indicó que la capital del país ocupa el lugar número siete entre ocho entidades cuyos pobladores viven en condiciones de bienestar. Esa medición, a la que sus autores calificaron de radiografía, pone por encima de la Ciudad de México a Baja California Sur, Baja California, Nuevo León, Chihuahua, Coahuila y Colima.
La entrevistada expuso que si a esto le suman a quienes no cuentan con carencias y superaron el umbral de la pobreza, pero tienen un ingreso de sobrevivencia menor al costo de dos canastas básicas, da un total siete millones 400 mil personas sin condiciones de bienestar, lo cual representa 80 por ciento de los capitalinos.
“En la Ciudad de México estamos mejor que en Chiapas, Oaxaca y Guerrero, donde casi el 97 por ciento de su población no vive en condiciones de bienestar, nosotros somos el 80 por ciento, pero es inaceptable para una ciudad como la Ciudad de México, donde hay mejores salarios, industrias, servicios que tienen una economía muy dinámica”, planteó.
Recordó que la capital tiene nueve millones y medio de habitantes, de ellos un millón 900 mil cuentan con un ingreso digno y viven sin carencias. Afirmó que eso es desigualdad y es injusto que 80 de cada 100 capitalinos vivan así.
Una de las raíces principales de que persista la desigualdad en la Ciudad de México es la exclusión económica en la que están jóvenes y mujeres, quienes viven en condiciones de pobreza porque las condenaron a realizar labores de cuidado y en el hogar, pues desaparecieron programas que favorecían la inclusión económica del sector femenino de la población.
La alternativa que propuso esa organización es emprender un cambio estructural con un nuevo modelo de protección social, que incluya un sistema de cuidados para garantizar a las mujeres un ingreso que ahora “están condenadas” a desarrollar estas labores.